viernes, 11 de marzo de 2011

La lengua de Luces de Bohemia

La lengua de Luces de Bohemia
Es una lengua, dice Zamora, compleja, múltiple, de variadas facetas, pero en la que domina un desgarro artísticamente mantenido[6], en la que se integran el habla pulida del discreto cultivado y la desmañada y vulgar de las personas desheredadas de dinero y de espíritu.
Pero lo que más llama la atención en esta obra es la lengua de arrabal madrileño, con su regusto de sainete y popularismo: lenguaje a borde de las jergas, del habla críptica de taberna y delincuencia, que refleja muy bien un estadio socio cultural típico de esos años. Hablar en cínico y en golfo, dice Baroja refiriéndose a esa época, era signo frecuente y nada escandalizador.
En la lengua de L de b, abundan los gitanismos (voces tomadas del caló), como mangue, pirante, mulé, gachó, camelar, cañí, chanelar, parné, etc.
Las voces callejeras de la pobreza y el sufrimiento: colgar por empeñar, beber sin dejar cortina, coger a uno de pipi, bebecua, hacer la jarra, etc.
Palabrería madrileñista: tener un anuncio luminoso en casa por delatar una costumbre personal, por un casual, servidor, no preguntar a la portera, que muerde, cambiar el agua de las aceitunas, etc.
Abreviaciones del habla madrileña: delega por delegación, corres por correspondencia, comi por comisaría, propi por propina, etc.
Vulgarismos: dar morcilla, apoquinar, curda, talmente, naturaca, etc.
Cultismos del habla madrileña: inhibirse, susodicho, introducir, integrar, etc.
Voces jergales: guipar, fiambre por muerto, etc.
Léxico esotérico: camarrupa, karma, etc.
Creaciones humorísticas: yernocracia, Ministerio de la Desgobernación, etc.

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